Derechos del lector digital


ATENCIÓN: ESTA SESIÓN HA SIDO ANULADA POR MOTIVOS DE FUERZA MAYOR. MANTENEMOS LA INFORMACIÓN POR SER DE INTERÉS GENERAL PARA EL BOOKCAMP

 

La sesión se propone ahondar en el debate sobre los derechos, los distintos derechos, del lector de formatos digitales: ebook principalmente.
Doocumentación básica inicial
http://www.idealog.com/blog/from-where-i-sit-you-cant-actually-sell-an-ebook

http://www.teleread.com/copy-right/where-mike-shatzkin-misses-the-point-on-e-book-sales-vs-licensing/

http://www.dontmakemesteal.com/en/

https://www.eff.org/wp/digital-books-and-your-rights#own

 

Las reflexiones hoy sobre los derechos que detiene el lector/comprador de libros electrónicos se centra en una dicotomía. La experiencia de comprar un libro electrónico aparentemente se mueve en dos áreas: la subjetiva, a cargo del lector (Meadows); la objetiva, defendida por el editor (Shatzkin).

 

La experiencia de compra de un libro

Si comprar un libro impreso habilita al propietario a una serie de acciones como: dejarlo, regalarlo o revenderlo, ¿qué acciones puede realizar con un libro electrónico? ¿Qué acciones se atribuye el lector/comprador como legitimas? Esto es la dimensión subjetiva resultante de la compra del libro electrónico.

 

El área objetiva indica la falta de sentido de hablar de “compra” de un objeto digital que no cumple con ninguna de las características que hacen posible la transferencia de titularidad de un libro (dejarlo, regalarlo o revenderlo); cobra sentido hablar de licencia, en analogía con el mundo de la programación. La raíz del malentendido radica en un doble simplificación potenciada por editores y agentes

 

El área subjetiva, por contra, interpreta que no existe un diferencia substancial entre libro impreso y electrónico, al menos el la forma en que se paga, se disfruta y en los vínculos que le propietario establece con el objeto (por muy intangible que sea). Una injerencia del editor/distribuidor (como en el caso de Amazon) se ve asimismo como una vulneración de la privacidad, un vulnus moral y real. La analogía con la licencia no es factible.

 

La situación resultante no genera un cuadro claro. El lector/comprador se encuentra, potencialmente, ante un cuadro de derechos de edición muy limitados, la posibilidad del editor de realizar casi cualquier acción sobre la base de la licencia, la multiplicidad de eslabones y confusión de papeles entre editores y distribuidores.

 

¿Existe un espacio de coincidencia entre la experiencia subjetiva y la situación objetiva? ¿Puede aplicarse un pacto o modelo como Don't make me steal? ¿Sobre qué bases?